Reflejos IX (Segunda parte)

-Perdonad la insolencia, pero no le considero un místico embaucador de palabra fácil. Sois un hombre de ciencia, y tenía entendido que éstos sólo creen en lo que ven, experimentan, verifican y validan con la experiencia.

-Y también somos un pueblo que cree en oráculos, viejas leyendas y que no busca explicación racional alguna a la magia espiritual y casi viva de unas edificaciones que ninguno de nuestros antepasados inmediatos erigió. Así que dígame una cosa, ¿no es eso motivo suficiente para no ceñirnos únicamente a lo que nos digan los sentidos?

-Es que se me hace tan inusual oírle plantear algo así…

-Fíjese de nuevo en el plano y razóname la posible razón. Entonces yo mismo lo reconoceré si es que me he dejado llevar por meros cuentos de viejas.

Estudió nuevamente el dibujo ante él. Inicialmente nada nuevo se presentaba ante él, pero entonces, frunciendo el ceño, rebuscó ausentemente entre los papeles que estudiaba antes de su llegada. De entre los pliegos, emergió una pluma en cuya punta relucía aún la tinta fresca. Decidido, tomó un pergamino previamente desahuciado lleno de borrones, lo giró y dibujó una estrella invertida de considerable tamaño. A continuación, echando un vistazo a los puntos marcados por Edwing en el plano esbozad que le había enseñado. Copiando aproximadamente la misma orientación, compuso diestramente otra figura idéntica en el interior, ésta girada noventa grados frente a la otra, descomponiéndolas, revelando gracias a las líneas las formas más sencillas encerradas en el interior: el pentágono, cinco triángulos isósceles adheridas a los cincos lados. Se detuvo brevemente a apreciar el resultado, y al instante la mano se le movió mecánicamente, al ver claramente lo que el príncipe quería que viese. Trazó por cada vértice del pentágono rayas rectas, de tal forma, que al extenderse por un extremo, transcurrían por cada uno de los brazos de la estrella exterior, perfectamente orientadas y centradas, y por el otro, las cinco confluían en un punto. Un punto situado justamente en el centro de toda la figura, una ubicación que sin lugar a dudas, descansaba bajo los mismos cimientos del palacio central, y no uno cualquiera, sino el corazón de éste.

-Confluyen en el centro del reino. De ser ciertos los hallazgos, es como si esas cinco corrientes subterráneas alimentaran a los cinco palacios exteriores. El corazón de todo, es ese…

-No sé que hay justamente ahí debajo,-dijo, señalando con el dedo el punto clave- sólo sé que es lo suficientemente poderoso para no podernos acercar… Pero sí, todo parece indicar lo que acaba de deducir. Mi misma teoría. La muralla defensiva no la generan los palacios, sino que fluye desde el centro y se desvía mágica y geométricamente a éstos, como si fuesen receptores o espejos que amplían el poder, y una vez alcanzan la intensidad necesaria, influyen y armonizan las unas en las otras, fortaleciéndose y creando una defensa casi imbatible.

-Asombroso.

-Yo tampoco daba crédito al principio, pero ninguna explicación lógica podía explicarme tanta coincidencia. Además, de todos es sabido, que el pentágono es la figura base de la magia.

-Es fantástico. Tácticamente confiere una gran ventaja fundamental. Las defensas caerán sólo si destrozan el corazón del sistema. Y para conseguirlo, antes deberán eliminar hasta al último de nosotros. Necesitan penetrar en nuestro territorio para eliminar nuestra inmunidad.

-Discrepo en dos cosas con su teoría.

-¿Cuáles? – preguntó el general, escéptico al percibir las dudas del príncipe.

-Primero, dudo que sea infalible. Estoy totalmente convencido que no hay mayor fortificación en este mundo que la nuestra, pero toda torre cae si se le aplica la fuerza necesaria. Y la nuestra, no es la excepción… Este hallazgo por otro lado, de ser cierto, tiraría por tierra la idea preconcebido que tenemos.

-Y nuestro principal problemas es que no sabemos la cantidad de presión a aplicar antes de que se derrumbe, en caso de que así se la pudiera derribar.

-Exactamente. Y ahora mismo, la única forma de descubrirla sería la menos recomendable. Es impensable ensayar el aguante sobre el terreno.

-Claro, y la segunda…

-Y la segunda es que ayer quedó acordado aceptar el armisticio con magos y minotauros, al menos en apariencia. Y nuestra coartada quedaría al descubierto si les negamos el objetivo principal de su estrategia: el acceso a nuestro territorio.

-En cualquier caso, será una ventaja bajo asedio.

-Si partimos de la idea de que aguantará lo suficiente, sí… No obstante…

-¿Qué os preocupa?

-Que hay una característica muy llamativa en la disposición. Si trazamos una zona concéntrica, de origen en el punto donde concluyen las cinco corrientes, de radio el doble de la distancia vertical medida en línea recta de nuestras tierra, abarca justamente hasta las fronteras exteriores al sud de nuestros vecinos, y coincide exactamente con el límite territorial que da acceso al reino de los dragones. Con precisión matemática.

Transcurrió un intervalo de tiempo, en el que el mayor oía y comprendía las palabras. Al no decir nada, alargó las manos para arrebatarle el plano dibujado y trazaba sobre el papel la explicación, a modo de mayor comprensión.

-Eliminando los errores por curvatura y relieve del espacio, parece como si ese sitio de confluencia, fuese un lugar de vigilancia. Una torre desde la cual vislumbrar todo la parte inferior de nuestro mundo; atisbando, controlando o incluso dominando los alrededores. Centinela y vigilante.

-Pura casualidad…

-No creo que existan las casualidades en este asunto. Todo encaja especialmente bien para serlo. En lo que aún no he podido pensar, es si ese palacio está ahí colocado como vigía de nuestro reino únicamente, o forma parte de algo más grande…

-¿A qué os referís?

-Nada, importante. Últimamente he estado divagando entorno a demasiado temas. Creo que mi imaginación ha dado mucho de sí en los últimos días.

-Bueno, eso ingenio ha impulsado el nuevo sistema defensivo. –expresó estudiándole fijamente.- Todo un acierto.

-Bueno, ya se sabe, junte a varios brillantes científicos en la misma sala y sométalos a presión constante o amenácelos con quemar sus preciados laboratorios. Al cabo de un tiempo adecuado y relativamente corto, probablemente no hayan desarrollado los vínculos necesarios para irse de cena juntos, pero seguro que el resultado del proyecto de cooperación entre ellos será digno de admiración.

-Y más si la idea ya la ha dado otra persona. Difícilmente se puede desarrollar algo, sin partir de un punto o una idea. Aunque no sé si admiro la capacidad científica que posee o la de coaccionar a la gente.

-Nuestro equipo de investigación posee iniciativa y…

-Felicidades – le interrumpió.

-¿Por qué?

-Usted promovió el proyecto y los coordinó para que dieran el resultado deseado.

Además, de que la idea de integrar a las dos jóvenes gemelas representantes en el consejo, ha demostrado ser digna de una persona inteligente, eficaz y audaz. Usted es el responsable de los aires de renovación que estamos sufriendo, y para mejor debo añadir.

-Hago lo mismo que usted: busco lo mejor para nuestro reino. Ese es mi trabajo como príncipe. Y de todas formas, he venido a hablar de táctica, y le recuerdo que tenía prisa.

-Cierto, así que ya puede exponerme la propuesta.

-¿Sería factible asentar una unidad de vigilancia en la frontera oeste?

-Por supuesto.

-Bajo el mar –aclaró solemnemente.





Relajadamente, Szerecsen se reclinó sobre el sillón y dejó vagar su atención meditabundamente por los alrededores, algo que desconcertó a Edwing, pues esperaba algún comentario cínico acerca de la cordura de la petición, o sorpresa brusca ante la descabellada ocurrencia. Ni una cosa ni la otra. Fiel a los chismes nuevamente, el general actuaba imprevisiblemente, de la forma menos esperada, como ahora, sumido en una aparente melancolía, poco habitual a un hombre de armas. Bueno, tal vez se debía a que había dejado entrever en el consejo dicha idea… pensó.

-Lo es – dijo finalmente, sin exteriorizar lo que podía haberle provocado la idea.

-Me gustaría llevarlo a cabo con la máxima discreción. Quiero que sean cuáles sean las medidas tomadas al oeste, no se difundan. Que quede en absoluto secreto.

-Veamos a ver si lo he comprendido correctamente. Desea instalar un puesto fronterizo invisible al enemigo… escondido en las profundidades.

-Quiero un puesto fronterizo invisible para todos salvo para los asignados a la patrulla y nosotros dos.

-A fin de desviar y establecer la puerta de acceso al mundo humano justamente allí.
-Exactamente, totalmente visible sobre la superficie.

-¿Entonces como plantea mantener el secreto?

-Mi intención es ocultar la seguridad y protección del recodo, no la nueva ubicación.

-Es arriesgado y osado.

-Justamente por eso. He barajado distintas opciones, y estoy seguro que esa, es la menos esperable. Durante la reunión deje que pensarán que confiaba ciegamente en la ventaja simulada de la investigación del nuevo sistema. Trasladando una de nuestra principales flaquezas a esa zona, atraerá la atención, y más si creen que confiamos la suficiente para dejarla desprotegida. Desviarán la atención de la zona sud físicamente más accesible para atacar por el oeste.

-¿Qué le hace pensar eso?

-Que querrán una victoria rápida y sin apenas bajas en su bando.

-Y si además se hace correr la voz de que usted ha trasladado su residencia al palacio meridional, que está justamente sobre la frontera, pensaran que se ha redoblado la seguridad, a causa de usted.

-Así es. Mi presencia allí será el cebo disuasorio. Eso, la gran ostentación del despliegue de fuerza armada en la zona y la aparente indefensión del otro lado.

-Puede resultar un anzuelo demasiado evidente.

-Los minotauros picarán, estoy convencido de ello.

-El mando es de los magos, pero cederán si temen perderlos antes de tiempo. Al fin y al cabo, ellos no se expondrán, así que es un sacrificio con el ya que cuentan y encima les facilitara las cosas si el número de bajas no se incrementa peligrosamente.

-¿Cuál es el número de la población infantil actualmente?

-Disculpadme pero eso es algo que no me atañe.

-Cierto, habrá que pedirle a Alodie que haga una estimación de la sangre necesaria y la frecuencia de paso de la puerta.

-Los efectivos en el frente necesitarán mayor cantidad de abastecimiento que las que les puedan proporcionar sus parejas.

-Comentaré el tema con Alodie. El tema implica problemas que no había contemplado.

-De acuerdo. En cuanto a la forma de encarar a los magos…

-Sólo se me ocurre usar francotiradores, y creo que no contamos con un número excepcionalmente alto.

-Si pudiésemos asegurarnos un número de bajas potencialmente ínfimo estaría asegurado el número. Tenga un cuenta que la vista vampírica es superior a la de un mago, por lo que muchos de los efectivos del ejército pueden actuar como francotiradores. Pero si les asignamos dicha tarea, nos quedamos cortos en ofensiva y defensa terrestre.

-Hay que equilibrar de alguna forma… A ese respecto estoy en ascuas.

-Trataré el tema con Filan y Toft a ver qué se puede hacer al respecto.

-Lo dejo en sus manos.

-¿Les hago partícipes de sus planes?

-De eso, del cambio de situación de la puerta a los implicados, al igual que quiero que comuniques a Delbert que desplace aproximadamente a dos cuartas partes de los hombres a su mando al sud y organice los restantes para el resto de fronteras. En realidad el número es preferible que lo decida cada responsable. El caso es que quiero hacer notar que el sud está blindado, francotiradores incluidos.

-¿Al oeste?

-Lo comentado. ¿Dispone de efectivos en los que confíe lo suficiente para poder llevar a cabo la misión en secreto?

-Sí. Tengo que ir ahora a supervisar varias unidades, así que si desea acompañarme puedo presentárselos.

-No, no hará falta. Ya sabe que yo en la cadena de mando no encajo demasiado bien. Mi rango dentro del estamento es puramente simbólico. Confío en su criterio, y ofrézcales lo que sea necesario. Quiero su lealtad a cualquier precio.

-Me encargaré personalmente de instruirles y aleccionarles al respecto.

-Me fío en usted para que acorace el territorio. Y tenga en cuenta que el desarrollo de la infraestructura para la misión también debe quedar en el más absoluto de los silencios y realizarse a la mayor brevedad posible.

-Me hago cargo de todo, al igual que lo aquí dicho no debe salir de aquí –recordó el hombre para hacerle saber que no había olvidado lo delicado de la información intercambiada.

-Bueno, y ahora le dejo que prosiga con sus tareas.

-Un momento, príncipe – le detuvo, sacando un pergamino de la cajonera y tendiéndoselo. Y en el sutil movimiento, un reflejo captó su atención. El de la antorcha de la estancia sobre la pesada hoja que colgaba del cinto del general. Náuseas le subieron a la garganta, luchando por permanecer impertérrito ante el recuerdo apenas superado del día anterior. - El acuerdo ha sido ratificado por el rey. Ha dado el visto bueno al curso de acción elegido.

-Como no – comentó, el disgusto evidente, sin poderlo disimular, asiendo lo que el otro le tendía. Rezando para que no le temblara el brazo, y maldiciendo a la suerte que le impedía una salida rápida y elegante.

-Príncipe Edwing, dejarme que os diga una cosa.

Ante lo que podía ser un exabrupto, el aludido enarcó una ceja por el descaro, pero no le detuvo ni advirtió, para así concluir prontamente.

-En ocasiones, todos nos vemos obligados a tomar decisiones dolorosas que lamentamos por un bien mayor.

-¿Habla el militar o el hombre? –preguntó irritado.

-Ambos.

-Debo marcharme. Comentaré con Alodie el tema pendiente y le diré que le pase el informe de las previsiones en cuanto lo tenga. Si a la vuelta hay alguna variación, me reuniré con usted. Por el momento, todo está dicho, y ni que decir tiene que durante mi ausencia, usted es el principal encargado de la seguridad del reino.

-Conozco mi deber.

-Lo sé.

Y olvidando cortesías, cada uno volvió a lo suyo. Uno a terminar lo que fuese que hubiese estado haciendo cuando llegó el príncipe, y el otro abandonó la estancia poniendo rumbo a su siguiente parada, atribulado y atormentado nuevamente, la bilis en el estómago, y el escaso consuelo obtenido del sueño previo, quebrado en mil pedazos que resonaban y se le clavaban dolorosamente.

1 comentarios:

Ayy me dejaste ahí..con ganas de más:P
Publica pronto querida ;)

Besoos!

 

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