Reflejos V



Con urgencia enseguida hubo llegado, pronto deteniéndose en seco en mitad de un largo pasillo de paredes cavernosas, que conforme avanzaba se iba iluminando al prenderse los candelabros en forma de araña de esas paredes desnudas.

-¿Acaso no soy yo el príncipe? ¡Pues que esperen ellos!-decidió con voz resuelta, sacándose la camisa por fuera del pantalón siguiendo su consejo.

-Señor le acabo de anunciar.

A punto estuvo de empotrarse en la bóveda que coronaba la puerta de entrada a la sala de reuniones del sobresalto que le supuso la voz de Ekain. Recuperando la compostura tras unos instantes, se encaró con él.

-Bien- y su semblante mudó a una expresión de persona arrogante y segura de si misma, de mirada gélida de vampiro inflexible, cruel y cínico, conociendo que es él el que está al mando y relegando al olvido su verdadero carácter, o el que creía que era.

Tragó saliva y contempló la gran puerta de mármol blanco que le barraba el paso. Lisa salvo el relieve en forma de dos estrellas, una dentro de otra, atravesadas por una espada y resguardadas por unas alas negras. Por algún extraño motivo, notaba la inquietud en su interior, por primera vez en mucho tiempo, como si hubiese perdido el rumbo de su vida. Pero ahora no era momento de tales pensamientos, por lo que apenas posó la mano sobre el mármol, éste se abrió estruendosamente dando paso libre al líder y máximo responsable de lo que allí dentro estaba por tratarse.

Alzando la cabeza y con la mirada fija al frente avanzó con paso firme hasta alcanzar la cabecera de la gran mesa de alabastro negro en la que se encontraban ya todos los presentes, de pie delante de sus sillas correspondiente aguardando a su líder.

Echó un rápido vistazo a todos los presentes, asegurándose de que no hubiese ninguna ausencia y tras hacerlo tomó asiento. Tras ello, todos los presentes imitaron su acción y se acomodaron en sus respectivos asientos.

-Bien, ¿a qué viene está reunión tan urgente y quién ha sido el responsable?-tronó con voz firme e inflexible.

Varias miradas se intercambiaron entre aquella amplia mesa ovalada ocupada por quince personas aparte de él. Un silencio de apoderó de la amplia sala, totalmente iluminada por una luz rojiza con infinidad de antorchas colgando de las paredes, cuyo crepitar formaba ruidos extraños junto al del fuego del hogar que prendía en un rincón, custodiado por unos pesados cortinajes rojos ribeteados con oro recorriendo todo el perímetro de la sala circular hasta terminar en el escudo de la puerta, que colgaba sobre la cabeza del la persona con mayor rango entre esas cuatro paredes.

-Os he hecho una pregunta. ¡Y deseo la respuesta!-ordenó en lugar de pedir.

Acto seguido, uno de los presentes, el cuarto a su derecha se levantó tomando de esta manera la palabra.

-Han regresado los emisarios enviados a los cinco reinos- contestó un hombre de pelo corto pelirrojo que le tapaba los ojos, de aparente delgadez enfermiza e increíblemente pálido, como si a la menor ráfaga de viento fuese a derrumbarse cual castillo de naipes.

-¿Y?- centró sus ojos en su interlocutor. Se trataba de Gard, responsable de la supuesta diplomacia, valorando, organizando y dirigiendo las negociaciones con los posibles aliados y enemigos potenciales con los países de ese lugar.

-Nuestra idea de permanecer neutrales en el conflicto se está revelando como posible.
-¿Es para eso para lo único que han servido los emisarios?

-No señor, han traído acuerdos y amenazas a valorar.

-Escuchémoslas pues.

-He de advertiros de algo previamente- intervino una segunda persona. Una mujer de gestos felinos, poseedora de una agradable presencia repartida en la gran altura que la caracterizaba junto a un pelo extremadamente largo de color gris peinado en una trenza tomo la palabra.

-Adelante- le concedió el permiso para hablar a Calantha, máxima responsable de los servicios de espionaje.

-Como ha avanzado Gard, la neutralidad es imposible. Antes o después deberemos tomar partido e implicarnos directamente.

-Cuéntame algo que no sepa, no tengo tiempo que perder.

-Los informes que hemos recibido de los diferentes infiltrados, coinciden en que a priori dos facciones son las enfrentadas y las más peligrosas.

-¿Qué son?

-Los cíclopes del país del norte junto a los elfos nocturnos del este por un lado. Y por el otro, el país del sur bajo dominio de las magos junto al del oeste gobernado por los minotauros.

-Curiosa asociación por lo que veo. ¿Y qué hay del quinto y último país?
-Se ha venido manteniendo neutrales como nosotros, señor. De hecho los informes revelan que esa sigue siendo su intención.

-¿Es eso posible?

-Hablamos del Leviatán, así que podría ser probable. Además cuenta con el beneficio de estar estratégicamente situado.

-Contamos.

-¿Cómo?

-Que tanto los wyverns, comandados por el Leviatán, como nosotros, estamos en posición privilegiada a simple vista, pero también algo comprometida. Las dos facciones declaradas, han de pasar por territorio del centro, es decir, nuestros terrenos y los suyos, dado nuestra situación. Lo más normal, a tenor del desarrollo de las circunstancias hasta ahora, sería prever que los tres países de la zona superior del mapa se aliasen contra los tres del sur. Pero me acabas de decir que el que les da libre acceso a la zona sur se niega a entrar en el juego. Me atrevería a decir, que huele la traición entre aparentes aliados a años luz de distancia, lo que no me extrañaría, los bandos creados son tan opuestos como la luz del día, y apuestos a que sus intereses los mismos. Debe temer una guerra civil entre ambos, sino es esa una de las razones ocultas tras esta guerra. No obstante eso abre otras posibilidades.

-¿Está insinuando en mantener la neutralidad con su apoyo?

-¿Y por qué no otra facción entre las dos existentes a día de hoy? Me gustaría considerar los pros y contra de cada posible alianza, así como los riesgos de cada uno de ellos aparte de hablar con nuestros cercanos vecinos. No sé los beneficios que nos pudiese resultar de todo esto, si es que hay alguno. Pero de algo podemos estar seguros, con los wyverns neutrales, nuestros territorios fronterizos del norte no corren un peligro inminente, pues antes han de atravesar su país y si se atreviesen a atacarlos la batalla es segura. El problema reside en nuestros vecinos del sur y oeste. Estamos sometidos a la misma presión por su parte, pues dependiendo de la batalla, han de pasar por nuestro país para llegar a enfrentarlos. La pregunta es, ¿podríamos detenerles sin el apoyo de los wyverns si permanecemos como hasta ahora? Creo que todos conocemos esa respuesta. Es una situación delicada, pues esa posición también nos hace ser vulnerables. Nada nos asegura que decidan masacrarnos y repartirse nuestro territorio antes iniciar una matanza entre ellos. Es una espada de doble filo.

-¿Qué proponéis entonces, mi señor?-

-¿De cuánto tiempo disponemos?-interrogó a Calantha y Gard.

-Depende de lo que planee exactamente-aclaró Gard-. Pero necesitamos actuar con rapidez y discreción.

-¿Qué opináis el resto? Quiero escuchar todas vuestras opiniones- se dirigió a todos ellos.

-No destacamos precisamente por ser una fuerza de ataque que nos capacitase para poder iniciar una guerra relámpago. El número necesario para poder presentar batalla es muy superior al existente- anunció Delbert, bajo cuyo mando se agrupaba el comando de ataque rápido responsable de resguardar todas las fronteras. Eran un cuerpo de avance rápido y gran potencia de combate, integrado por los vampiros de linajes más antiguos, cuya experiencia fortalecía sus acciones. No obstante, alguna vez se reportaba ciertos problemas en la cadena de mando.

-Por otro lado el espacio aéreo no supone un problema si no nos metemos en problemas con los dragones, que son los únicos que nos lo podrían disputar. Con la noche eterna que cubre este mundo poco pueden hacer los minotauros y los cíclopes. Ellos jamás han sido animales nocturnos precisamente, y en eso salimos favorecidos- sentenció Toft, encargado de la organización de los efectivos encargados de la defensa de los cielos de aquel país, así como la terrestre que él capitaneaba bajo supervisión directa del estratega principal.

-No obstante, no debemos olvidar de que a diferencia que ellos, a nosotros se nos presenta un pequeño problema de alimentación...-recordó Alodie en voz alta, al cargo de los suministros y heridos en casos puntuales como parecía aquel, ya que normalmente los vampiros se abastecían solos sus propias necesidades-. No olvidéis que aquellos directamente implicados se verán incapaces de alimentarse por si solos. Lo que requiere almacenar la mayor cantidad de sangre para esas eventualidades.
El príncipe torció el gesto, para muchos por un imprevisto no considerado, salvo para los astutos ojos de la persona situada opuestamente a él, que sabía que detrás de eso algo más se ocultaba.

Esa persona, representaba otra de las facciones del poder, el segundo príncipe del reino, hermano pequeño de Edwing, de nombre Zeeg. Físicamente sus rasgos eran similares pero a la vez diferían lo suficiente para que nadie pudiese confundirles. Un poco más bajo que él, poseía una gracilidad que por más que él ensayase nunca conseguiría. Y eso, unido al porte aristocrático que su presencia denotaba, le conferian un aire desafiante y hasta amenazador a cualquiera que estuviese junto a él. Sus gestos estaban imbuidos de una superioridad que no se preocupaba en disimular. Por otro lado, las facciones de Zeeg eran más afiladas, confiriéndole un aspecto arrogante y calculador que él no se encargaba de contradecir con sus acciones. El matiz de sus ojos recorría todo el espectro de verdes inimaginables, todos tan claros que a veces, a simple vista, sus pupilas parecían tan cristalinas como las de un invidente. Además, su nariz fina y la ancha mandíbula no le dulcificaban unos rasgos tremendamente atractivos que enmarcaba con un elegante peinado que hacía que su pelo corto, de algún color perdido entre el castaño oscuro y el negro, incrementase la severidad y porte de su rostro. Denotaba seguridad en los ademanes, en su forma de comportarse, de caminar, de enfrentarse a cualquiera que pudiese suponerle un obstáculo… Y aunque le conociese desde el mismo momento de su nacimiento, aún se preguntaba hasta donde podía llegar. Sabiendo el peligro que representaba, intentaba anteponerse a sus acciones, pero Zeeg era un libro cerrado… Y el brillo malévolo en sus ojos, y la mueca de desdén en sus labios que adornaban una cara que cualquier dios griego envidiaría, le advertían de que tenía al primer enemigo muy cerca…

-Eso a priori no supondría ningún problema, nada altera nuestro libre acceso al mundo humano en busca de esa sangre. Pero no olvidéis que en ello reside nuestro mayor punto débil, dudo que lo pasen por alto. Es más, me atrevo a asegurar que será el primer flanco que ataquen- fueron las palabras de Ofin, cuyo cometido era el de permitir ese acceso y organizar a los que realizaban su tarea bajo su mando.

-¿Tenemos garantizado el abastecimiento de armas durante todo el conflicto? – se dirigió ahora a Lubbert.

-Sí – contestó en tono seco.

Lubbert era el herrero, encargado de crear las armas de su pueblo, persona parca en palabras y hasta antipático para algunos, pero nada más se le podía reprochar.
-¿Cómo andan nuestras defensas?-interrumpió el príncipe.

-Los edificios aguantarán bien, la formación táctica de los cinco palacios crea un círculo de defensa mágica difícil de romper, concediéndoles invulnerabilidad. No obstante, no soportarán un asedio eterno, y en el caso de ataque combinado a los cinco, no preveo tan siquiera que soporten un solo segundo. Por otro lado, la defensa de sus habitantes se realizaría según el antiguo plan. Hay unidades suficientes para considerarnos seguros respecto a ese tema-se juntó Filan a la conversación, estratega principal de aquella mesa, y jefe supremo del consejo militar que tomaba las decisiones.

-¿Cuál es el ánimo entre los grados, general Szerecsen? ¿Están preparados para enfrentarse a una guerra? – el hombre que había parecido ausente y aburrido en aquel encuentro, levantó la cabeza e inspeccionó a todas las personas de su alrededor. Un aire reverencial e inteligente le rodeaba, otorgándole un liderazgo que nadie discutía y un miedo latente que pocos se atrevían a reconocer. Esa atmósfera tal vez se debiera al linaje al que pertenecía, tan antiguo que se decía que se remontaba a los inicios de la nación, o tal vez a su naturaleza sincera, directa y franca pero justa. Nadie le discutía, y todos le respetaban. No obstante, muchos aún se preguntaban si no yacerían ocultas intenciones invisibles en su proceder, tenía poder suficiente, tanto fuera como dentro de esas cuatro paredes, para que un movimiento de su mano desencadenara consecuencias imprevisibles y más con su rango. General del estamento militar e instructor de éste. Bajo sus alas y dirección se desarrollaba la capacidad real de ataque y defensa del país, escapando sólo a su mando la unidad de ataque rápido. Era peligroso y a muchos les frustraba su frialdad y tranquilidad, pero ninguna voz se alzaba para criticarle, ni el propio príncipe Edwing que no parecía afectado ni preocupado por una serenidad sospechosa y eso que algunas veces había desafiado a su autoridad con palabras francas y directas carentes de emoción, sin morderse la lengua.

-Ya veo.... Y ahora puesto sobre la mesas nuestras capacidades quiero conocer vuestra opinión sin que ninguno intente evadir la respuesta.

-Creo que hablo en nombre de todos o casi todos, al decir que preferimos mantener la neutralidad- tomó la palabra Prescott-. Mas que nada porque ninguno de los presentes tiene ansias imperialistas. Para muchos de nuestros conciudadanos, su único deseo es mantenerse como hasta en estos tiempos que corren. Pero esto tiene un precio, y nuestros aliados en potencia lo exigirán. Mi pregunta es pues, ¿qué podemos ofrecerles?- Prescott era el responsable de guardar el tesoro real, así como gestionar la poca economía que se llevaba acabo en aquellas tierras y la comercialización de unos recursos que a sus legítimos dueños importaban muy poco.

-No puedo evitar pensar, en cual será el verdadero motivo de esta guerra-lanzó la pregunta para nadie en particular.

-Señor, disculpe que no haya hablado hasta ahora, pero disponemos de un prisionero que podría aclarar en algo ese asunto- las palabras pronunciadas por Vissia, encargada de las patrullas de custodia de cárceles, prisioneros de guerra e interrogatorios sobresaltaron a todos los presentes.

-Explícate-exigió Edwing.

-Atrapamos de casualidad a un par de sospechosos no pertenecientes a nuestra tribu. En principio pensamos que serían viajeros extraviados, pero extremamos nuestras precauciones dada la situación. Nos sorprendió saber que era espías del país del norte y el sur respectivamente, pues a simple vista nada tenían q ver con sus habitantes. El del norte era una hidra y el del sur una arpía.

-¿Las habéis interrogado?

-No señor. Me lo comunicaron poco antes del inicio de esta reunión. Aunque di la orden de hacerlo en mi ausencia.

-Supongo que eso significa información a tener en cuenta antes de emprender la acción.

-Esa era la esperanza de mi unidad.

-Bien Vissia, ves a ver como transcurren las cosas y trae los informes de los interrogatorios. Nos volveremos a reunir en este mismo lugar dentro de tres horas.

¿Alguna pregunta más?- formuló recorriendo a todos los presentes, hasta encontrarse con los ojos inquisidores de Zeeg.

-¿Algo que agregar Zeeg?

El nombrado se levantó con parsimonia, regodeándose en la atención sobre su persona, ajeno a las miradas desaprobadoras de la mayoría.

-Me preguntaba sobre la repentina decisión de prohibir el acceso al palacio del sur- a pesar del poco afecto del que gozaba el segundo príncipe, un coro de asentimientos acompañó a su interrogación.

Enseguida supo que su hermano sabía más de lo que a él le convenía, pero necesitaría bastante más que eso para meterle en un callejón sin salida, así que pronto dio la excusa que a priori le pareció de mayor credibilidad.

-He decidido trasladar mi residencia a la zona sur. ¿Algún problema con ello?-lo desafió con palabras duras.

-No, sólo que pensaba en lo peculiar de la decisión. Hasta el momento ningún heredero osó abandonar su residencia en el palacio central.

-Tal vez es porque hasta el momento, ningún heredero mayor de edad lo había ocupado sin ser previamente nombrado rey. El cargo de soberano de este país lo ostenta aún nuestro padre. Bajo mi punto de vista, se le debe respeto por ello, y no deseo que me perciba como una amenaza, ni dar pie a malos entendidos. Hasta que las cosas no prosigan su curso natural, él es el cabeza del reino, y como tal el único con derecho a ocupar ese palacio.

-Que noble de tu parte-le obsequió Zeeg con desdén-. No obstante, ten cuidado, no vaya a ser que en ese palacio abandonado se haya perdido algo desagradable o poco grato para la gran mayoría, ya sabes, algo así como las malas hierbas, o esencias repulsivas.

En ese momento, tuvo la certeza de su conocimiento sobre lo que el palacio del sud guardaba entre sus paredes. La incertidumbre lo embargó, apresurándole para que llegase hasta allí, mas debía mantener las formas un poco más.

-Agradezco tu preocupación, de eso se encarga Ekain. Le transmitiré tus advertencias y consejos sabio hermano pequeño.- Se volvió a los silenciosos espectadores aludiendo a lo que restaba terminar- Bien, en tres horas os quiero a todos de vuelta aquí, sin la ausencia de ninguno.

Todos ellos, agacharon la cabeza conforme los pasos iban difuminándose en la lejanía. Al ser acompañados por el silencio, todos partieron rumbo a sus deberes inmediatos. Todos salvo uno, Zeeg, cruzado de brazos y ojos entornados alerta a sus alrededores.

-Ya puedes salir, Bruria.

-Sagaz y astuto como siempre.

-¿Resultados?

-Los esperados. Esa estúpida humana se lo ha creído todo. La habíamos sobrestimado, su amenaza es nula. A la pobre ilusa se le ha caído el mundo encima, o esa parecía-rió con carcajadas crueles.

-No estés tan segura.

-¿Por qué lo dices?

-Si tal como creo, mi hermano conoce tu vínculo conmigo, no le costará nada relacionarte con lo ocurrido, y solucionar el malentendido.

-Pero se sentirá defraudado por esa don nadie, y lo distraerá de nuestros tejemanejes para alzarnos con el poder. Bastantes preocupaciones acarrea ya. Casi me da lástima.No hay nada más certero que sembrar en ambos la semilla de la duda, imagina como seguirán adelante cuando a los dos o tres días de confraternizar ya actúan prejuzgando…

-Recuerda a Ekain...

-¿No podríamos sobornarle? Todos tienen un precio.

-Es un riesgo que de momento no considero oportuno asumir.

-¿Y si lo mandamos liquidar en alguna clara oportunidad? Creo que se van a presentar muchas.

-El problema radica en que poca gente estaría dispuesta. Este país adora a mi hermano. De todas formas, sometido a la presión de nuestro movimiento, no tardará mucho en que esa estima se torne en odio y desprecio.
-La humana...
-Si lo que he podido ver es realmente cierto, la protegerá a cualquier precio. Precipitándose ante el temor de perderla definitivamente.

-¿Y si ella decide volver a su mundo?

-Esperemos... De momento esto es sólo el primer paso…

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